Y luego, la época franquista y su consabida inauguración de embalses, consiguió dotar a esta seca tierra de interior con el mayor kilometraje de playas de agua dulce de la península.
En el embalse del Zújar, sus preparadas playas y sus descensos veraniegos en canoa, ponen la nota refrescante al calor del verano extremeño con tranquilos baños. Y el embalse de Orellana, mi favorito, a caballo entre la Serena y Vegas Altas, tiene en su su playa de Campanario el bastión playero en la comarca de la Serena.
Y, ya en los años 90, se construyó el enorme embalse de La Serena, el mayor de España. Ahí queda, planteando la pregunta de si realmente hacía falta batir un récord así.